LA PALABRA SE HA IDO
Nada sale bien, he
descubierto la caja en la que vivo. Es terrible ser consciente de
estar perdiendo, perdiendo lo que sea, aún más perdiendo a la
palabra.
La palabra con la que
nací, está siendo ahogada por el silencio.
Ya de qué sirve, es
inútil. La palabra se ha ido, la sensación de soledad también, la
esperanza y el interés. Ya no queda nada por hacer.
Existir así, alejada
de todo, sin puente alguno hacia ningún lugar. Tal vez no nací con
la palabra. Tal vez la palabra me abandonó. Como sea, ya no la
tengo.
Sin embargo, sacando
las cuentas, sabiendo que he nacido y sabiendo que moriré, he
decidido vivir, aunque sea en silencio.
Mis pensamientos huyen
de mi, por mis manos, por mis pies en cada paso y en el cemento se
revientan, se dispersan luego y desaparecen, sin llegar nunca a
ningún lado. O se disuelven en una hoja parca, en una hoja
repugnante por su rigidez.
Mis sensaciones son
efímeras, porque son mías y son de la fuente al mismo tiempo.
Muchas veces se quedan en la fuente, pero en ningún caso se quedan
en mí.
Mis emociones están
totalmente controladas por el buen funcionamiento de mis hormonas,
por las secreciones correcta. Perfecto, entonces.
Y mis decisiones. No
tengo la certeza de dónde existen mis decisiones. Son mías, esta
claro, es por eso que tengo conciencia que me he despedido de la
palabra, pero luego me pregunto por qué habría querido decirle
adiós.
Mi libertad parece, en
cambio, un gigante de hierro, inquebrantable. Eso parece. Al fin y al
cabo la palabra no se fue, la palabra fue echada y el silencio no
llegó, el silencio fue llamado.
Y la muerte será
soberana, la muerte será la mía; porque la vida se acabará cuando
yo lo decida y todas las desapariciones no significaran nada, al
igual que siempre, al igual que en vida. Cuando muera, también aquel
momento será del silencio, al igual que al estar viva. Incluso la
palabra puede aparecerse si así lo desea, incluso yo puedo desearlo,
pero eso en nada cambiará la trascendencia suprahumana de
difuminarse, como todo lo demás.
Al estar muriendo, al
fin habrá una certeza y una alegría, la de haber salido de la caja.
Luchita Libertad
Luchita Libertad
La palabra, el silencio, la muerte también eran los temas que trataba Alejandra Pizarnik.
ResponderEliminarLa leeré
Eliminarhermana, hace siglos no uso este blog mio, no sabía ni que podía comentar. está bello y existencialista, sigue proliferando palabras no más, que con ellas nos creamos recreamos y auto destruimos a diario.
ResponderEliminarah y te iba a decir que está buenisima la foto, la tomaste tu?
EliminarQue bueno que estás usando tu blog, me gusta mucho. La foto la tomé prestada de una persona que saca muchas fotografías asi,la buscaré de hecho para ponerla acá, tiene muy buenas fotos.
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